Ejercicios para Volver a tu Energía Femenina y Restaurar el Deseo por tu pareja
- linammq
- 7 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 10 jul

En muchas ocasiones, como mujeres hemos aprendido a que una relación se sostiene por la energía femenina pero sin querer e inconscientemente asumimos la energía contraria, que es aquella que toma decisiones, que dicta los planes, que está pendiente de todo y se presiona por que todo funcione en la relación; pero es importante que esta dinámica cambie, porque de no ser así la relación no se construye en balance sino en un rol familiar de mamá e hijo, asi que aqui te comparto unos ejercicios para integrar mejor tu energía femenina y así devolverle el rol a tu pareja.
1. Practica el “Soltar Control” a Propósito (Pequeñas Dosis)
La idea es entrenar tu mente y tu cuerpo para dejar que el otro se haga cargo.
Cómo hacerlo:
Elegí una situación cotidiana que sueles manejar (organizar la cena, recordar pagos, hacer planes).
Esta vez, no lo hagas. Tampoco se lo recuerdes. Observa qué pasa.
Si falla, no corrijas ni rescates: dejá que él se haga cargo del resultado.
Reflexión: ¿Qué sentiste al no intervenir? ¿Ansiedad? ¿Libertad? ¿Irritación? Esa es la tensión interna del control. Y soltarla es un acto de poder femenino.
2. Redescubrí tu cuerpo como mujer, no como “función”
En este punto es importante reconectar con tu sensualidad y dejar el “modo útil”.
Cómo hacerlo:
Dedicate 15-20 minutos para ti sola (sin celular).
Elige música que te guste y muévete libremente. No se trata de bailar perfecto, sino de sentir.
Tocá tu cuerpo con ternura, sentí tu piel, tu respiración.
No es sexual (aunque puede serlo), es corporal: habita tu cuerpo como espacio de placer, no de deber.
Tip: Si pasás mucho tiempo en modo mental, este ejercicio es clave para volver a tu centro erótico y receptivo.
3. Cambiá el lenguaje: de “corregir” a “inspirar”
El principio es habitar tu poder femenino desde la influencia, no desde el control.
Cómo hacerlo:
La próxima vez que quieras decirle qué hacer, frená. Respirá.
En lugar de dar una orden o una crítica (“Tienes que hacer esto”, “Siempre te olvidás de…”), usá una expresión de deseo o necesidad como:
“Me haría bien que te ocuparas de esto”.
“Me gustaría que lo resolvieras a tu manera, confío en ti”.
“Quiero relajarme un poco y dejar que tu tomes la iniciativa”.
Aqui, le das espacio a su energía masculina para activarse y lo invitas a verte como mujer, no como supervisora.
4. Practica el recibir sin culpa
Desarmar la creencia de que para valer hay que dar constantemente.
Cómo hacerlo:
Permítete recibir sin justificarte: un cumplido, un gesto, una ayuda.
No digas “No hacía falta” o “Pero yo también…”. Solo sonreí, agradece y acepta.
Registrá cómo te sentís al recibir: ¿incómoda? ¿culpable? ¿merecedora?
Clave: Tu energía femenina crece cuando te abres a recibir, no cuando solo das.
5. Visualización: volver a mirarlo como hombre
Nuestro objetivo, es romper la imagen mental de “hijo” y reconectar con su energía masculina.
Cómo hacerlo:
En un momento de calma, cierra los ojos y recuerda cómo lo veías al inicio de la relación.
Visualizalo desde su fuerza, su presencia, su mirada, su voz. Como hombre.
Pregúntate: ¿Qué admiraba de él? ¿Qué me atraía? ¿Dónde se perdió eso?
Imagina cómo sería mirarlo hoy desde ese lugar, no desde el juicio ni la exigencia.
Este ejercicio ayuda a reconfigurar tu deseo y tu mirada, que son claves para cambiar la dinámica.
6. Espacio propio para ti
La idea es salir del rol de “gestora de todo” y volver a conectar con lo que te hace bien a ti.
Cómo hacerlo:
Agendá cada semana un momento sólo tuyo: leer, caminar, pintar, escribir, tomar un té en silencio, una clase de yoga, lo que sea.
Durante ese tiempo, no resuelvas nada. No te ocupes de nadie más. Solo de existir.
Recuperar tu espacio personal es clave para reencontrarte con tu energía femenina, y dejar de definirse sólo por lo que hacés por los demás.
Para cerrar, te propongo dejar de maternar no es retirarte del amor, es volver a él desde otro lugar. Desde tu lugar de mujer, no de madre emocional. Y eso implica un trabajo interno de confianza, deseo, entrega y también límites. La buena noticia es que cuando vos cambiás tu energía, tu pareja también se mueve. Porque el deseo no muere: se adormece. Y vos tenés la llave para volver a despertarlo.
Autora: Lina Moreno







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