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Dejar de Ver a la Pareja como una Madre y Volver a Verla como Mujer: Un Trabajo Masculino de Amor y Deseo

En muchas relaciones, con el tiempo y de forma casi imperceptible, algunos hombres comienzan a trasladar inconscientemente a su pareja el rol de “madre emocional”. Esto ocurre cuando ella se convierte en quien organiza, cuida, gestiona, recuerda, consuela, contiene, y él se acomoda en una posición más pasiva, receptora y hasta dependiente. Aunque al principio parece cómodo, con el tiempo esta dinámica erosiona algo fundamental: el deseo y la polaridad erótica.

 

El problema no es que la mujer cuide o dé, sino que la relación deja de ser entre dos adultos deseantes y pasa a ser entre una figura materna y un hijo simbólico. Y ahí, la atracción comienza a morir. Si eres hombre y quieres mantener una relación apasionada, profunda y madura, es fundamental que hagas el trabajo de ver a tu pareja como mujer, no como madre.


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¿Cómo se manifiesta esta dinámica?

 

Algunos signos de que puedes estar viendo a tu pareja más como una madre que como una mujer:

  • Le pides que te recuerde cosas, que organice, que solucione.

  • Esperás que ella se encargue del hogar, la agenda, las emociones tuyas y de la pareja.

  • Te molesta que ella no tenga “energía sexual” pero no te preguntas si tu la ves aún como mujer deseable.

  • Le reclamas como si fueras un niño que no recibió lo que esperaba.

  • Evitas asumir responsabilidades emocionales o domésticas y luego te quejás si ella está “fría o distante”.

 

Esto no solo agota a tu pareja: te aleja de tu propio deseo, porque es difícil erotizar a quien sientes que te está criando.


¿Por qué pasa esto?

 

No se trata de “flojera” ni de maldad. Muchas veces, los hombres replican patrones aprendidos en su infancia, donde el modelo de lo femenino fue una madre que cuidaba, resolvía, sostenía. Y si no hay un proceso consciente, ese modelo se traslada a la pareja.

 

También influye la cultura, que a muchos hombres no los educa emocionalmente para ser pares en una relación, sino receptores de cuidado. Pero hay una buena noticia: esto se puede transformar.


El trabajo de volver a ver a tu pareja como mujer

 

1. Tomá responsabilidad emocional

 

Dejá de esperar que ella te gestione el mundo emocional. Aprendé a identificar lo que sientes, comunicatelo a ti mismo y luego compartelo con madurez. No esperes que ella siempre te contenga sin que tu hagas lo mismo.

 

2. Cuidá sin esperar indicaciones

 

No esperes que te diga todo lo que hace falta. Observá. Tomá iniciativa. Ser adulto también es ver lo que necesita el otro y responder sin que te lo pidan.

 

3. Deja espacio a su deseo

 

No esperes que ella esté disponible sexualmente si se siente agotada, invisible o maternando. El deseo se despierta cuando ella se siente vista, deseada como mujer, no como asistente de tu vida.

 

4. Aprende a sostenerte

 

No descargues todo tu estrés, tu malestar o tus decisiones en ella. Está bien compartir, pero no delegar tu autogestión. Cuando tú te sostienes, ella puede relajarse… y ahí vuelve el deseo.

 

5. Reconocerla como mujer, no como rol

 

Mirá más allá de la que te hace la comida, te ordena la vida o te consuela. Mirá su cuerpo, su energía, su esencia. Reconocerla como mujer completa, no como “la que te ayuda a vivir”. Y muestralo: diceselo, tócala con presencia y sal de la rutina.


Lo que gana el vínculo cuando dejás de verla como madre

  • Ella puede volver a su energía femenina, sensual y creativa.

  • Tu recuperas tu deseo, tu energía masculina y tu liderazgo emocional.

  • Se restablece la atracción: no por obligación, sino por tensión erótica real.

  • La relación deja de ser una estructura funcional y vuelve a ser un encuentro vivo entre dos adultos que se eligen.


Por lo tanto, para que el deseo se mantenga vivo en el tiempo, es necesario revisar las dinámicas invisibles que lo ahogan. Si eres hombre y sientes que tu relación perdió pasión, pregúntate con honestidad: ¿estoy esperando que ella sea mi pareja o mi madre?

 

Volver a verla como mujer no es un cambio mágico. Es un trabajo. Es crecer, asumir tu parte, dejar de esperar cuidado unilateral y construir un vínculo entre dos adultos que se desean, se eligen y se acompañan desde la libertad, no desde la dependencia. Ahí es donde el amor y el erotismo pueden florecer de verdad.


Coméntame qué opinas al respecto.


Autora: Lina Moreno

 











 
 
 

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