Dejar de Maternar a Nuestra Pareja y Volver a Verlo como Hombre: Recuperar el Deseo Desde Nosotras
- linammq
- 4 jul
- 3 Min. de lectura
Muchas mujeres caemos, casi sin darnos cuenta, en el rol de madre dentro de la pareja. Lo hacemos por amor, por costumbre, por miedo o por creencias heredadas. Empezamos a cuidar, organizar, anticiparnos, controlar, acompañar emocionalmente, decidir por ambos… hasta que un día, lo miramos y ya no lo deseamos.
Y no entendemos por qué. “Es buen tipo”, “me quiere”, “hacemos buena dupla”… pero algo se rompió. Esa chispa erótica, ese magnetismo entre lo masculino y lo femenino, se apagó. Y muchas veces, la razón está en esto: dejamos de verlo como hombre y empezamos a tratarlo como a un hijo.

¿Qué significa maternar a la pareja?
Maternar no es simplemente cuidar. Maternar es colocarnos en un lugar superior de control, organización y guía emocional, mientras el otro se acomoda en una posición más pasiva.
Algunos ejemplos:
Recordarle constantemente lo que tiene que hacer.
Resolverle cosas que él puede hacer solo.
Corregirlo o explicarle todo como si no supiera.
Hacer de puente emocional entre él y sus propias emociones.
Sentir que sin tu intervención, él “no funcionaría”.
Sobreprotegerlo, justificarlo, hablar en su nombre.
Desde afuera, parece noble. Pero en realidad, es una forma de control envuelta en afecto, que poco a poco erosiona el deseo sexual y la admiración.
¿Por qué lo hacemos?
Hay muchas razones:
Modelos heredados: vimos a nuestras madres “sostener” a todo el mundo, y lo imitamos.
Necesidad de control: maternar nos hace sentir útiles, necesarias, en control.
Miedo al vacío: si él se encarga de todo, ¿qué lugar nos queda?
Creencia de que el amor es sacrificio: muchas aprendimos que amar es cargar, no elegir.
Confusión entre poder y amor: creemos que si no lo hacemos nosotras, nadie lo hará. Pero eso tiene un costo muy alto: nuestro deseo.
El impacto de maternar en el deseo
Cuando lo vemos como un niño que hay que ayudar, corregir o empujar, el deseo se vuelve imposible. Porque la atracción erótica necesita polaridad, admiración y autonomía.
No podemos desear a quien sentimos que criamos. No podemos excitarnos con alguien a quien miramos desde arriba. Y no podemos disfrutar de nuestra feminidad si estamos agotadas por cargar a la pareja emocionalmente como si fuera otro hijo.
Cómo dejar de maternar y volver a verlo como hombre
1. Soltá el control
Él no necesita que seas su secretaria emocional. Si se olvida de algo, que se haga cargo. Dejá de intervenir antes de que suceda. El deseo nace del misterio, no del control absoluto.
2. Dejá de hacer todo por los dos
No hagas lo que él puede hacer solo. Que se equivoque, que resuelva, que asuma consecuencias. Eso lo conecta con su energía masculina y a vos te permite salir del modo “funcional”.
3. Permitite ser receptiva
Recibir no es ser débil. Es habitar tu feminidad desde la apertura, el disfrute, la inspiración. Cuando soltás el hacer constante, vuelve el espacio para el juego, la conexión, el cuerpo.
4. Elegilo como hombre, no como proyecto
Él no está para ser educado ni corregido. Está para ser elegido tal como es —o no. Pero si lo tratás como alguien que “necesita ser mejorado”, lo vas a admirar cada vez menos… y desearlo, aún menos.
5. Soltá el miedo a que si vos no estás, todo se cae
No sos su madre, ni su jefa, ni su salvadora. Si él no puede sostenerse como adulto, ese es su trabajo. Vos podés amar sin llevarlo a cuestas. Cuando hacés espacio para que él tome su lugar, también vos podés volver a ocupar el tuyo.
¿Qué pasa cuando cambiamos esta dinámica?
Él puede reconectar con su energía masculina: más acción, más presencia, más iniciativa.
Vos volvés a tu feminidad: más suavidad, más deseo, más apertura.
El deseo renace: porque ahora están frente a frente, no arriba y abajo.
El vínculo se equilibra: deja de ser maternal y empieza a ser erótico, adulto y elegido.
Por lo tanto, ser mujer en una relación no significa sacrificarse ni volverse indispensable. Significa elegir desde el amor, habitar la propia feminidad y permitir que el otro también ocupe su lugar. Dejar de maternar no es dejar de cuidar: es amar sin controlar, acompañar sin anular, y desear desde la libertad.
Porque el verdadero erotismo nace cuando hay dos adultos enteros, que se ven, se admiran y se eligen… no cuando una se transforma en la madre emocional de su pareja.
Si quieres que te comparta ejercicios para equilibrar y volver a tu energía femenina y el deseo en pareja, comenta la palabra "ejercicio".
Autora. Lina Moreno







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