¿Somos la generación de los débiles o los que estamos evolucionando la forma de vivir?
- linammq
- 4 jun
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En los últimos años, hemos escuchado una crítica recurrente hacia las nuevas generaciones y hacia la generación en transición como la nuestra: “son de cristal”, “no aguantan nada”, “todo les ofende”. Se nos compara con generaciones anteriores que, según dicen, eran más fuertes, trabajaban sin descanso y no se quejaban. Pero, ¿realmente somos más débiles o estamos evolucionando la manera en que vivimos y entendemos el mundo?

Y no será, que es una fortaleza mal entendida?
Históricamente, la resistencia al dolor, la sumisión a estructuras rígidas y la supresión de las emociones se consideraban signos de fortaleza. Nuestros padres y abuelos crecieron en un sistema donde el sacrificio era la norma, donde el trabajo duro valía más que el bienestar personal, y donde la violencia (física, emocional o estructural) era parte de la vida cotidiana. Aguantar era sinónimo de ser fuerte.
Pero ¿realmente eso es fortaleza? O, más bien, ¿era una forma de supervivencia dentro de un sistema que no les permitía otra opción?
Estamos en una generación que cuestiona?
Hoy en día, estamos en un punto de inflexión. Ya no aceptamos las cosas porque siempre han sido así. Cuestionamos la idea de que el éxito solo se consigue con sacrificio extremo, que la familia es intocable aunque haya abuso, que el trabajo define nuestro valor, o que mostrar emociones es debilidad.
Somos la generación que habla de salud mental sin vergüenza, que prioriza el equilibrio entre la vida y el trabajo, que busca relaciones más conscientes y que entiende que sanar no es un lujo, sino una necesidad.
Nos hemos dado cuenta de que la fortaleza real no es aguantar, sino transformar. Y eso es evolución.
El mito de la fragilidad
Se nos llama débiles porque no toleramos la explotación laboral, porque preferimos buscar trabajos con propósito en lugar de conformarnos con sobrevivir, porque reconocemos el daño de patrones tóxicos en nuestras familias y relaciones, y porque hemos decidido sanar en lugar de repetir el sufrimiento de quienes nos precedieron.
Pero no es fragilidad. Es conciencia. Es la valentía de romper ciclos. Es la fortaleza de decir “esto no está bien y quiero cambiarlo”.
¿Eso nos hace débiles? O nos hace más humanos, más conscientes, más libres.
Estamos en la evolución del bienestar
Lo que antes se veía como debilidad, hoy lo entendemos como inteligencia emocional. Lo que antes era resignación, hoy es capacidad de cambio. Antes se sufría en silencio, hoy buscamos apoyo. Antes se aguantaba, hoy se transforma.
Quizás no somos la generación más fuerte en términos de aguante ciego, pero sí somos los más valientes en enfrentar nuestra sombra y reescribir nuestra historia.
Y eso, sin duda, es evolución.
Autora: Lina Moreno







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