top of page

Cuando entendí que no dependía de mí salvarlo

Este articulo tiene un relato muy personal sobre la interacción y la ruptura con una expareja que me marcó muchos aprendizajes a través del dolor y del cual preguntaba cuál era la razón por la que decidia sostener un vinculo que de por si, empezo quebrado.


ree

Una de las cosas más dolorosas que viví no fue la ruptura en sí, sino ver en lo que él se convertía cuando no estaba conmigo. Ese hombre que me trataba con indiferencia, que me decía que no podía comprometerse, que se sentía abrumado con mis emociones, era el mismo que se dejaba manipular una y otra vez por otras mujeres.


Y no fue una sola. Fueron varias. Mujeres que lo usaban, lo pisoteaban, lo manipulaban emocionalmente. Y ahí estaba él: cediendo, volviendo, perdonando, obedeciendo. Era capaz de postergar su vida, de dejar todo en pausa por complacerlas. Algo que jamás aceptaba hacer por mí.


Lo más irónico de todo es que fui yo quien le dio herramientas para que dejara de ser así. Yo, desde el amor más sincero, intenté ayudarlo a poner límites. Le hablé de su falta de autoestima, de su necesidad de validación externa, de cómo repetir esos vínculos solo lo lastimaba. Le mostré una forma más sana de relacionarse, una donde no tuviera que mendigar afecto ni someterse para sentirse querido.


Y por un momento, parecía entender. Me decía que tenía razón, que necesitaba cambiar, que esas mujeres solo lo buscaban cuando necesitaban algo de él. Pero bastaba con que una de ellas apareciera, con un mensaje, con una propuesta vacía, para que él saliera corriendo. Era como si todo lo que había aprendido conmigo se esfumara de golpe.


Y ahí fue cuando lo entendí: no dependía de mí salvarlo.


Conmigo, el amor requería responsabilidad emocional. Requería verdad. Presencia. Decisiones. Conmigo, no bastaba con aparecer y desaparecer a su antojo. Conmigo tenía que crecer, y eso lo confrontaba. En cambio, con ellas podía seguir jugando a ser víctima, a ser salvador, a ser deseado. Todo desde la superficie.


No me dolía que él siguiera eligiendo vínculos tóxicos. Me dolía que yo había creído que podía amar desde un lugar sano, que lo había cuidado incluso cuando él me dañaba, que le tendí la mano cuando ni él mismo se sostenía. Me dolía haber invertido tanta energía en alguien que, al final, no quería sanar, solo sentirse especial.


Porque él no buscaba amor. Buscaba atención. Y en el fondo, tampoco quería poner límites. Le gustaba sentirse necesitado, aunque eso lo pusiera en lugares destructivos. Le gustaba que lo buscaran, aunque fuera para usarlo. Y mientras tanto, me hacía sentir a mí como si fuera yo la que pedía demasiado, como si querer amor recíproco fuera un error.


Hoy, miro todo eso y ya no me siento culpable. Porque entendí que no era mi deber reparar lo que él se negaba a mirar. No me toca a mí enseñarle a sanarse. Lo hice por amor, sí. Pero ahora me amo lo suficiente como para soltar esa carga.

 

Y aunque me costó aceptarlo, esa fue mi mayor lección: nadie sana por amor a otro. Solo sana quien elige dejar de lastimarse a sí mismo.


Y ahora, después de tanto caos emocional, de tanto desgaste intentando sostener a alguien que no quería sostenerse a sí mismo, me quedo conmigo. Con mi claridad. Con mi dignidad reconstruida. Con la certeza de que no vine a este mundo a convencer a nadie de amarme bien.


Aprendí, a veces con dolor, que el amor verdadero no se ruega, no se mendiga, no se fuerza. El amor sano es mutuo, es recíproco, y nunca debería doler más de lo que sana. Hoy ya no busco salvar a nadie. Hoy me salvo a mí. Cada día, con cada límite que pongo, con cada “no” que ya no me da miedo decir, con cada paso lejos de lo que no me honra.


Hoy me siento en paz conmigo misma, porque entendí que aunque quiera a alguien, no es mi responsabilidad quedarme con la esperanza de un cambio o con el anhelo de que esa persona entienda cómo gestionar sus sombras y mucho menos soportar lo que su caos y sus heridas provocaron en mí. Y es muy curioso, porque este sentimiento de fuerza resurge en el tránsito de una luna llena que me impactó profundamente, haciéndome entender que debía soltar mi patrón de querer salvarlos a todos aun pasando por encima de mi. Hoy me despido de esa versión y le agradezco por su resiliencia de todos estos años, por su paciencia, su dedicación y su entrega, ahora retorno a mi y me doy todo ese soporte y esa ayuda para renacer con más claridad y sin ataduras.


Autora: Lina Moreno

 

 
 
 

Comentarios


Join the Club

Join our email list and get access to specials deals exclusive to our subscribers.

Thanks for submitting!

Suscríbete para recibir novedades exclusivas

¡Gracias por suscribirte!

Mármol

HORARIOS DE ATENCIÓN

LUNES - VIERNES

8:00am - 5:30pm

SÁBADO - BAJO RESERVA

Consultas, Talleres y Cursos 

Online

Consultas Personalizadas

En español ó inglés 

  • Facebook
  • Instagram
  • Youtube
  • Linkedin
bottom of page